Psicopedagoga

Los niños y el divorcio

¿QUÉ VIVEN LOS NIÑOS TRAS UN DIVORCIO? Son muchas las ideas que pueden invadir a un niño después de un divorcio. No olvidemos que para un niño lo más importante son sus padres y el desea ser también lo más importante para sus padres; por ello en muchas ocasiones no es capaz de entender porque no se cumple su deseo: vivir con las dos personas que más quiero.

Hay muchas preguntas que se hace el niño y hay muchos sentimientos que le invaden:

–      Ya no les importo……

–      No es justo, no quiero ir de un lugar a otro, odio esta forma de vivir….

–      ¿ Qué va a pasar? Me preocupa que……

–      Si yo hubiera hecho esto o lo otro esto no hubiera sucedido…

–      No quiero que la gente sepa que mis padres se han separado…

–      Ha sido por culpa de … que se han separado

–      Tengo que hacer algo para que todo vuelva a ser como antes…

–      ¿Por qué ha sucedido?

–      ¿Qué va a pasar ahora conmigo?

–      ¿Qué se supone que debo hacer yo?

–      ¿Mejorarán las cosas?

A pesar de que estas preguntas son habituales frente a un divorcio las reacciones varían según la edad del niño:

–      Hasta el primer año de vida: dependen totalmente de los adultos que los cuidan y es el momento en comienzan a desarrollar confianza en otros y en el mundo. Se dan cuenta del clima emocional del hogar, sienten la tensión , el descontento, y el estado emocional de los padres. Es necesario fijarse en si muestran señales de malestar. Si están irritables, nerviosos; si muestran más rabietas, comen poco, duermen peor, ….. Debemos de estar al lado de ellos el mayor tiempo posible y reforzar  la formación de los lazos afectivos. Mantener las rutinas e introducir nuevas personas gradualmente. Hacerles sentirse más seguros, demostrándoles afecto a través de las caricias y la palabra.

–      Niños pequeños (1-3 años): Necesitan mucha  estabilidad y predictibilidad. Son muy egocéntricos y creen que causan todo lo que pasa. Es necesario estar muy receptivos a las  señales de malestar: llanto excesivo, apego extremo, dificultades al dormir, pesadillas, ansiedad de separación, regresión a comportamientos más inmaduros. Debemos hablar con ellos sobre el divorcio a un nivel que puedan entender, hacerles sentir seguros con muestras de afecto físicas y verbales, demostrarles que comprendemos su malestar, por ello  les ofreceremos más atención y cariño. Muy importante mantener las rutinas y no desestabilizar todo el entorno.-

–      Niños de edad preescolar (3-5 años): Siguen siendo muy egocéntricos y creen que causan todo lo que pasa, piensan que pueden controlar lo que sucede, se sienten responsables o culpables del divorcio. Tienen  fantasías sobre la reconciliación de los padres.  Debemos por ello observar si muestran señales de malestar (tristeza, confusión, preocupaciones, temores, pesadillas, agresión, regresión a comportamientos mas inmaduros, aislamiento, apego extremo, quejosos). Resulta positivo hablar sobre el divorcio a un nivel que puedan comprender, leerles libros sobre este tema, animarles a hacer preguntas y a hablar sobre sus sentimientos y pensamientos. Decirles repetidamente que no son responsables del conflicto o el divorcio demostrar sensibilidad por sus dudas y temores,  hacerles sentir seguros con muestras de afecto verbales y físicas. Darles seguridad al mantener las rutinas y hábitos cotidianos. Introducir gradualmente nuevas personas.

–      Niños de escuela primaria (5-12 años): Pueden comprender el concepto  divorcio y sus causas, así como halar de ello con naturalidad.Se dan cuenta de todo lo que sucede a su alrededor, pero no saben muy bien cómo resolver los conflictos. Pueden comprender el concepto divorcio y sus causas. Pueden sentirse rechazados por sus padres y tienden a buscar culpables de esta nueva situación.  Debemos estar muy atento a sus reacciones de malestar: tristeza, problemas académicos y/o sociales en la escuela, comportamiento inapropiado, achaques físicos, conflictos entre hermanos por competencia. Es muy necesario hablar sobre el tema en varias ocasiones, hacerles sentir seguros con muestras de afecto verbales y físicas, demostrar sensibilidad a sus temores. Apoyar la relación con el otro cónyuge y mantener las rutinas y hábitos cotidianos.

–      Adolescentes (13-17 años): Son capaces de entender la situación y hablar sobre ella. De todas formas, aunque están más envueltos con su grupo de pares y dependen menos de sus padres  que los niños menores, pueden manifestar conductas que muestran mucho malestar: ira y hostilidad extrema, actitud desafiante, preocupación por asuntos financieros u otros asuntos de adultos, auto-concepto disminuido, aislamiento, problemas académicos o sociales en la escuela, comportamientos impredecibles o arriesgados. Les cuesta procesar esa nueva situación y como ella afectará en sus relaciones. Pueden tratar de tomar ventaja de los padres. Los cónyuges deben ser coherentes en sus actuaciones, mostrarse unidos en los aspectos educativos,  no dejar espacios para que jueguen los padres. Mantener  y exigir las rutinas y los hábitos, asignarle responsabilidades.

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